(Para Enrique Peñuelas, maestro y amigo, que nunca me pidió
nada)
La Psiquiatría es una disciplina
médica que ha experimentado un impresionante desarrollo en su repercusión
social en los últimos 50 años, lo que ha suscitado además de numerosos recelos
desde ciencias afines aún más precarias, tensas refriegas entre las diferentes
escuelas terapéuticas que tratan de dar consistencia a un cuerpo teórico aún
endeble. Pero la Psiquiatría, al contrario que el resto de las especialidades
médicas, ha sobrevivido a una fortísima corriente crítica llamada
"antipsiquiatría" que, aunque aportó notables distorsiones, sirvió para limpiar los pastizales de boñigas
y otros detritus inservibles y también ha contribuido a afianzar una
conceptualización del enfermar mental compartida por la mayor parte de los
profesionales. El que una
disciplina médica se someta a este proceso de revisión conceptual es un
ejercicio duro que deja muchos jirones de amistad y malos ratos por el camino
pero que redunda en un notable provecho para los profesionales y para los pacientes. No vamos a señalar uno
a uno los beneficios obtenidos tras esta revolución pero sí que resulta
agradable ver como conceptos que la Psiquiatría lleva años utilizando comienzan
a implantarse en el acervo de la comunidad médica general. La decisión
compartida de tratamiento por el paciente, la prevención cuaternaria, el hacer
del domicilio del enfermo crónico el centro del seguimiento, etc. son algunos
de estos avances. Ojalá otras especialidades que circulan en las cercanías de
la omnipotencia hiciesen también de
vez en cuando cierto ejercicio de autocrítica sobre las más rutinarias de sus prácticas.
Cuando los mitos
antipsiquiátricos arrancan del cine o de la literatura, supone una tarea
hercúlea y en ocasiones imposible, desmontarlos. Algo así sucede con la
película "Alguien voló sobre el nido del cuco", dirigida por Milos
Forman en 1975 y protagonizada por Jack Nicholson con al apoyo explícito del
recientemente fallecido Dr. Dean R. Brooks (Dr. Spivey), director del
Psiquiátrico de Oregón donde se rodó. Esta cinta, junto a un contundente
alegato en pro de los derechos de los pacientes, contiene la mayor cantidad de
falacias científicas que se pueden encontrar en una película tan galardonada. Y
casi todas referidas al uso del electroshock y de los psicofármacos, o sea, a
los tratamientos biológicos, en línea con la diarrea punsetiana que sigue
afirmando que el alma está en el cerebro. Tiempo habrá para analizar la nueva información
que va surgiendo tras la
muerte de Dean Brooks y los escritos de Ken Kesey, el enfermero lisérgico autor
de la novela, incluyendo la nómina de asociaciones "científicas" que
respaldaron el proyecto. Sea como fuere, "Alguien voló sobre el nido del
cuco" sigue siendo la iniciación en el conocimiento de la enfermedad
mental de generaciones de adolescentes: excuso decir la calidad y veracidad del
descubrimiento.
Otro ejemplo de cómo la demagogia
antipsiquiátrica se incrusta fácil y férreamente en el imaginario común, en
este caso con dramático efecto para la normalización social de las personas
aquejadas de una enfermedad mental grave, lo hemos visto a raíz de la muerte
del poeta Leopoldo María Panero, el “poeta de la locura", “poeta maldito",
“poeta de nunca jamás" y cuantas hipérboles quieran usarse para definir la
obra literaria de un hombre presuntamente derruido por una enfermedad mental. Y
digo presuntamente porque la muy documentada biografía «El contorno del abismo. Vida y leyenda de Leopoldo María
Panero» de J. Benito Fernández
(Tusquets, 1999), que revisó con detenimiento sus historiales clínicos, insiste en que a la mayoría de los
psiquiatras el caso del poeta les
parecía más un "Trastorno grave de personalidad", una patología del carácter, que una
esquizofrenia, con las consecuencias clínicas y sociales y forenses que ello comporta.
Lo cierto es que no es hasta
pasados los 45 años cuando el vate astorgano empieza a dar síntomas de un deterioro en su funcionamiento
cognitivo; porque de sus epatantes alteraciones conductuales con pública
emisión de sus vómitos, sus orines y sus heces había dado noticia desde muy
temprana edad. Pero el aprendiz de Artaud había de tener también su Rodez, su
Ivry-sur-Seine, solo que a él, al contario que a Artaud, le fallaron los
amigos. El trato que la prensa generalista ha dado a los últimos años de Leopoldo
María Panero ha sido infame. Cada entrevista que le hacían, cada titular que
generaba en su retiro grancanario transmitía la impresión de que el periodista
de turno iba a buscar al monito para que a cambio de unas pepsicolas le
permitiesen hacer unos buenos planos de su derrumbe físico. Achacarlo a la
esquizofrenia y a las pastillas, en vez de a su desordenada vida, a su edad, al
consumo exagerado de tabaco y alcohol,
era lo más fácil. Y luego le
hace morir en un Hospital Psiquiátrico que no era sino una residencia sanitaria
de puertas abiertas: Canarias hace años que cerró los psiquiátricos monográficos. Tengo la impresión de que Leopoldo
María Panero fue más conocido por su poderío icónico ante la cámara fotográfica
y sus boutades apragmáticas que por su obra literaria
En el caso Panero me ha gustado
la opinión de Luis Antonio de Villena, una de las personas que más le trató. Villena conoce bien su obra poética y
salva tres o cuatro libros de sus inicios, el resto le parece más reiteración y
deterioro que poesía y hace
coincidir el declive de Panero con su ingreso continuado en manicomios de toda
España. Dice que ahí le perdió la pista porque se convirtió un individuo poco
soportable cuando salía, que era cuando quería. Villena insiste: "Nosotros
le veíamos entrar y salía cada vez peor y eso durante casi treinta años. Si al menos los ingresos le hubiesen
servido para algo..." Y con tanta lucidez como desconocimiento se pregunta:
"¿Puede la Medicina -como
institución- tener casi 30 años a un hombre en distintos psiquiátricos, sin
curarlo pero no dejándolo acabar?" Desde mi osadía asturiana le diría al escritor
madrileño que es una pena que no conozca los Equipos de Tratamiento Asertivo
Comunitario ni otras formas de intervención de la psiquiatría comunitaria mucho
más resocializadoras y también que el ingreso psiquiátrico involuntario
continuado o repetido acaba haciendo al paciente más daño que beneficio.
Para mí, la
historia más entrañable de Leopoldo María Panero tiene que ver con la frase que
hizo insignia de su casa: "La destrucción fue mi Beatriz". Se sabe
que Dante Alighieri se enamoró
de Beatriz Portinari cuando él tenía ocho años y ella nueve. En La Divina Comedia, Dante convierte a Beatriz, su amor platónico, en la
fuente principal de su inspiración literaria. Mucho tiempo después el poeta
francés Stephane Mallarmé perdió a su hijo pequeño Anatole a los nueve años de
edad a causa de una enfermedad reumática. Mallarmé, que poco antes había
superado una cruel crisis nerviosa, inició una fase de gran producción
literaria a la par que un terrible recorrido escoltado por las drogas y el
alcohol. "La destrucción fue mi Beatriz" dejó escrito Mallarmé,
remedando a Dante. Esta frase se la grabó en el pecho a sangre y fuego el poeta
Leopoldo María Panero. No es de extrañar pues el prestigio del que aún siguen
gozando ciertas conductas autodestructivas en el mundo de la creación
artística. Con todo, poco bueno ha salido del consumo de drogas (salvo las
estimulantes o el tabaco) o del alcoholismo. Aunque lo digan Burroughs, Faulkner
o Kingsley Amis. Tal vez por eso un Leopoldo María ya desengañado se entregó en sus últimos años a la pepsicola, como aquel detective de las novelas de Eduardo
Mendoza, "el que había salido a ganar".
buenos días y buena suerte
ResponderEliminarNos gustó mucho el artículo (el plural es mayestático: a "meu rei" y a mí).
ResponderEliminarLeí la novela y vi la película, de niño. La recuerdo como una historia de exaltación sentimental, sin demasiada relevancia "doctrinal" para la psiquiatría (como la física en una historia de ciencia-ficción). Aquello ocurría en un manicomio, pero podría haber sido perfectamente una cárcel o un internado escolar y operar con los mismos ingredientes y mecanismos dramáticos. Una fría institución con servidores obtusos y crueles que oprime y cercena los nobles impulsos vitales humanos, etc, etc. Aquella supuesta alegría para aplicar el electroshock y la lobotomía me pareció entonces bastante sospechosa.
ResponderEliminarSaludos,
CaptAchab
Pedrito: "Sabemos los defectos de chile pero no los vamos a decir."
ResponderEliminarTodo correcto.
vinyoles
Estupendo artículo. La Psiquiatra Comunitaria no se puede dejar vencer por el desconocimiento. ....nuestros pacientes la necesitan, nos necesitan.
ResponderEliminarToda iniciación en el conocimiento de la enfermedad mental es aterrador. Conozco amigos que, en una de esas reacciones impredecibles del cuerpo, se echaron a reír a carcajadas viendo un documental de La Cadellada.
ResponderEliminarEspero tragarme mis palabras.
ResponderEliminarQué curioso la bula de los porteros. El Sporting tendría que haber traspasado a Cuellar al Podes hace diez partidos, por lo menos; si el anormal de Cañizares no se autolesiona antes de Corea/Japón, Camacho lo hubiera puesto de titular; y ahora, en pago a viejos servicios se empeñan en poner no ya a un guardameta fuera de forma, sino a un exfultbolista.
A quien MA? No entiendo¡
ResponderEliminarPor si es del interés de alguien, nunca había recibido tantas felicitaciones por un artículo en LNE como por éste. Aunque a mi madre le gustó mas el de Los psiquiatras de Obama. El amor de los Jambrina por NYC es un fervor loco.
ResponderEliminar¿Si?. Pues voy a leerlo.
ResponderEliminarLoia, algún día acabarás conmigo de la risa
EliminarMerecidas.
ResponderEliminarSi es bueno, sí.
ResponderEliminarA mi me ha gustado también mucho el artículo. Aunque no esté completamente de acuerdo con todo lo que en el se sugiere. Pienso que, en general, se vive y estudia demasiado de prestado. Siempre me impresionan todos los cuerdos que se apoyan, o incluso dogmatizan, en su suspendida e incontrastable cordura. ¿Conocen empíricamente la locura? Desde luego creo que la locura es una tormenta biológica, una anomalía, por supuesto, pero a mí se me hace imposible hoy CREER en una cordura concreta desconociendo qué es perderla. Generalmente, el Simio humano, se obceca mucho, y luego inversamente se teme, se teme mucho, un miedo inventado, que no otra cosa, porque rara vez va a hacer nada por traspasarlo, ni a este miedo supuesto ni a su grito obsesivo y sin sentido de ¡resiste!. Viviendo sin más, mirando una línea que te inventas del suelo, ciego. Y si cedes un poco, guarda el consejo propio que des a tus hijos. En el fondo, el dialogo permanente de este hombre irreal es un inmenso artificio sumiso, con su propio yo, y que a veces huyendo, y convertido en dios sobre los otros, con los que siempre se compara, absurda pero antitéticamente, imaginándose, sin querer saber auténticamente de sí, aquello que es intocable, porque impregnarse lo que se dice impregnarse, con su propio barro, es decir, realmente, poco. Vade retro. ¡Pero es que vamos a morir todos! ¿No es algo totalmente absurdo? Hay quien escarba en sus propias preguntas, y no quiere leerlas en otros, para luego recitarlas; o sonsacarlas, fascinado, de cualquier biblia apócrifa, que es aún peor, lo reconozco. Las drogas sirven muchas veces para esto, de entregarse, y romper las defensas que irreflexivamente (porque, ya lo dije, vamos a morir todos) nos obligan, como esclavos, a no experimentar respuestas, a conservarnos. Ya digo, porque sí y hay que hacerlo y es lo establecido. Hablar habiéndolo experimentado. A pesar sea de una colisión. Y de aunque luego, muchos, que han probado su fuego propio, ya flebes, caigan en el abandonado solipsismo. Hacerse muchos masajes unos a otros, parecen que es lo que siguen siguen añorando. Porque eso no era el vacío. Nuestras evasiones, y proyectos, a veces descomunalmente fabriles, en donde poder dar el pego del qué grandes somos, sí que son huecos materialistas, sin duda. Demasiadas veces morimos siendo incógnitas fantasmas, aquí, en nosotros, espíritus vanos, a lo sumo como dueños de un cómplice coro que sigue haciéndonos extrañamente murmullo. No solo existe la reciprocidad, supongo. Y me gustaría estar más intacto, es cierto. Sin embargo, creo que no vivo con aquella quemazón. Probablemente haberse intrigado tanto también es una ambición tonta. Pero ahora me hablo con propiedad ja!
ResponderEliminarMañana sale el disco nuevo de Lana del Rey, que declara quiere morirse ya. Digan lo que digan de su disco lánguido, Ultraviolence es un ejercicio vital de escudriñar en la contradicción, jamás un ful.
Es lo que hay, pero en otra ocasión, si se tercia, trataré de no ser tan monocorde (usando el adv. luego, por ejemplo). Y es feble, obviamente (una transposición disléxica)
ResponderEliminarAnacr, tu opinión es del mayor interés. A la tarde te contesto con mas calma.
ResponderEliminarLo de que vamos a morir todos (que dice Ancr) es muy discutible. A mí no me ha sucedido nunca y dudo que me pase. Es más, estoy dispuesto a apostar una cena, donde sea, que a mí no me pasa.
ResponderEliminarLo de que vamos a morir todos (que dice Ancr) es muy discutible. A mí no me ha sucedido nunca y dudo que me pase. Es más, estoy dispuesto a apostar una cena, donde sea, que a mí no me pasa.
ResponderEliminarY si me muero me comprometo a pagarles una cena a todos ustedes.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarA quien MA? No entiendo¡
ResponderEliminar___________
A Casillas, Sarapo. No es un jugador en baja forma, alguien en su última etapa de profesional que aún puede hacer un buen partido cada diez o veinte, como puede ser el Xabi Alonso actual o el Xavi de hace dos años. No, Casillas es ya un ex futbolista.
Sin duda aguna , excelente el artículo del Dr.Jambrina .Respecto a la Selección , hasta que no vuelva a aparecer otro " Guti " no habrá nada que hacer .
ResponderEliminarM.A, tiene mail donde usted sabe.
ResponderEliminarBT
¿Nadie comenta la derrota de la roja?
ResponderEliminarNi la proclamación del nuevo rey.
Esto no es lo que era.
¿Nadie comenta la derrota de la roja?
ResponderEliminarNi la proclamación del nuevo rey.
Esto no es lo que era.
Esto duró lo que duró Xavi Hernández
ResponderEliminarAlfredo Relaño
20 de junio de 2014 0:16h
Siempre lo pensé. y seguro que más de una vez lo he escrito aquí: Xavi Hernández era el secreto de la fórmula. Por lo mismo, siempre pensé que esto duraría lo que durara Xavi, y bien podemos ver ahora que hasta aquí ha llegado. No digo que fuera el mejor de todos, cosa que con frecuencia he pensado, pero sí el más importante para el modelo. Por él han pasado los años, como por todos. Ya tiene 34. Es el jugador con más partidos en la historia del Barça, club centenario, así que han pasado muchísimos jugadores por ahí en tanto tiempo. A eso hay que sumar los más de cien partidos con España.
Xavi fue especial, fue diferente. Un jugador de cien balones por partido sin perder ninguno, moviendo noventa con sensatez y seguridad, siempre al lugar apropiado, y arriesgando sólo diez, siempre para acertar con el pase profundo, desequilibrador. Eso no lo hay así como así. No sé si podrá hacerlo Iniesta, dudo que pueda Tiago, porque ambos tienen un punto de impaciencia para precipitar la jugada que Xavi contenía. Esa seguridad con el balón que han tenido durante tanto tiempo el Barça y La Roja tenía su base en él. Ahora le ha atrapado el tiempo. Lo hemos querido ignorar, pero ha sido así.
Xavi se va a Qatar. Me recuerda aquello de “cuando dices que te vas, es que ya te has ido”. Hace un año y poco que el Barça bajó las banderas ante el Bayern. Ahora las ha bajado la Selección. Jugó el primer día, regular tirando a mal. Faltó el segundo día, como faltó en la alineación final del Barça el día en que el club se jugaba la Liga. Las cosas son así. Se nos va y con él se va una época. Ahora hay que empezar por otro lado, con algunos de los que están, más los que vengan. Lo mismo en el Barça que en La Roja. Pero lo que yo quiero decir aquí es que esto duró lo que duró un jugador irrepetible.
Foquita, un mail cortito. Andaaaaaaa¡¡¡¡¡
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