La película de este agosto se titula NO y la dirigió el chileno Pablo Larraín. El triunfo de una cierta forma de cinismo y descreimiento sobre los principios cuajados de tristeza y prejuicios. El triunfo de la alegría.
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Para estar todo tan claro, la tesis de la banalidad del mal está dando mucho que hablar...
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¡Tanto tiempo esperando que alguien dijera: "no haga lo que dice esta señal"!
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My dear, these things are life...
It is helpful, but not essential to know that Meredith's wife, the daughter of Thomas Love Peacock, deserted him for another man.
Buenos días y buena suerte
ResponderEliminarGustóme mucho la peli chilena...aunque no tanto como la genial "Manchuca".
ResponderEliminarHoy iremos a ver en los míticos y húmedos cines Babel, a sólo 2 cuadras del mítico y húmedo Mestalla, la peli argentina "El Estudiante".
Ayer noche recorrimos Valencia en vespa y nos dimos cuenta de que la solución de esta ciudad está muy clara. Sobran los indígenas. Cuando sólo hay extranjeros y turistas la ciudad parece otra. Mucho mejor, más atractiva, menos idiota. Tenía razón mi abuela. Lo peor de Valencia son los valencianos.
BT
Vista No, y sí, gran película. Me pasé toda ella pensando en mi sordera por la dificultad en seguir los diálogos.
ResponderEliminarBT, lo suyo auténtico sería reencarnarse en granota.
Ana.
Pues lo de la banalidad no tiene tanto aquel. Yo lo que entendí que en determinadas circunstancias cualquier buena persona se convierte en monstruo sin grandes deficultades morales. Otra cosa es que una afirmación tan sencilla me lleve obsesionando toda la vida.
ResponderEliminarTerreiro
Pues a mí me pasa lo mismo, si quitas el buena delante de persona y el que no me obsesiona; Es algo tan presente desde el comienzo de los tiempos que lo raro, va a tener razón ese que dice que cada vez estamos mejor y somos menos animales, es que voy para 60 años y no lo he visto ni cerca ni muy cerca.
ResponderEliminarHombre, no debe ser tan fácil que una persona normal se convierta en un asesino. No debían ser tan normales antes...
ResponderEliminarSi muchos o todos asesinan es fácil, creo.
ResponderEliminarMuchos o todos asesinan?
ResponderEliminarSeguro?
Pero es que no asesinaban. Hacían horarios, dirigían trenes, gestionaban, miraban para otro lado, etc. Es decir, el mal no era asesinar, ya que el trabajo con los muertos lo hacían los propios judíos.
ResponderEliminarTerreiro
“Si muchos o todos asesinan es fácil, creo.”
ResponderEliminarSi sustituimos asesinan por matan sería más acertado porque se amplían las causas, los porqués y las formas de eliminación del otro.
En todas las grandes guerras, guerritas, escaramuzas, revoluciones, asonadas, persecuciones, golpes de estado, etc. que a lo largo de la historia ha habido y sigue habiendo, crudo lo habrían tenido los generales, jefes guerrilleros, líderes revolucionarios, golpistas, etc., si esperaran que sólo la minoría “anormal” fuera capaz de utilizar las espadas, pistolas o cañones para matar al de enfrente, al enemigo. Es que así, con solo unos pocos dispuestos a matar, no habría guerras, coño. Hay algo bien sabido y que repetirlo es una obviedad, pero aun así yo lo repito. Todo pasa por la cosificación, la deshumanización de los otros. Si los franceses, los alemanes, lo judíos, los gitanos, los cristianos, los moros, etc., son monstruos, no personas, ¿qué problema hay en eliminarlos? Ninguno, se trata simplemente de algo equivalente a una campaña de desratización. La forma en que la propaganda y el adoctrinamiento logran estos estados mentales también es de sobra conocida. Se busca una causa, se pasan los cerebros por la thermomix, y se lucha por ella
Si nos quedamos simplemente con el concepto de asesinar, estaría de acuerdo con Sarapo. Pero cuando se trata de matar al otro, al marcado como enemigo y deshumanizado, los normales se inflan a apretar el gatillo o dar mandobles.
Me he pasado dos pueblos. Depende de lo que estemos hablando. ¿Cómo se explica los millones de muertos en la I y II GM, etc? ¿Hutus? ¿Balcanes?
ResponderEliminarSin duda los hay más responsables, menos, nada y héroes. ¿En qué proporción de media creé usted?
Sin duda cambiante con el tiempo histórico y "el gobierno" pero no soy optimista. Con dos de pipas: degollina.
Hala! Aparece Ártabro a echarme una mano.
ResponderEliminarAnoche me interrumpieron y la solté así, a palo seco.
Lo que entiendo por banalidad del mal, sin haber leído el libro y en general, es lo fácil que el maleable cerebro del antropoide humano se pone a ello sin potar... Ahora entra BT y suelta aquello de que ya lo dijo: matar es cosa de subnormales.
ResponderEliminarNo hay tanta inocencia en matar como Arendt sugiere. Y no es lo mismo matar que mirar para otro lado.
ResponderEliminarLa tesis de Arendt exculpa a los principales responsables: los ideólogos y los creyentes.
ResponderEliminarNo creo que les exculpe, solo nos dice que sin millares de personas normales que colaboraron, la Shoah no hubiese sido posibles. Ella en lo que pone el punto es que responsabilidad hubo en todos.
ResponderEliminarTerreiro
Entonces, no entiendo lo novedoso de su tesis
EliminarLos soldados japoneses se habían criado en una sociedad militarista. Toda la aldea o vecindad, honrando esos valores marciales, acostumbraba a salir a la calle a despedir al recluta que partía para unirse al ejército. Por esta razón, los soldados solían luchar por el honor de su familia y de su comunidad, no por el emperador como muchos occidentales creían. La fase básica de los adiestramientos estaba concebida para destruir su individualidad. […] Además, ya en la escuela primaria, todos ellos habían sido adoctrinados para creer que los chinos eran seres claramente inferiores a la “raza divina” japonesa, “inferiores a los cerdos”. En un típico estudio de caso de las confesiones realizadas después de la guerra, un soldado reconoció que, como se había sentido horrorizado por las torturas infligidas gratuitamente a un prisionero chino, pidió que le permitieran encargarse del castigo par redimirse de la falta cometida.
ResponderEliminarEn Nanjing, los soldados chinos eran asesinados a golpe de bayoneta allí donde se encontraban. Los oficiales nipones obligaban a los prisioneros a arrodillarse en fila, para luego decapitarlos uno a uno con sus espadas de samurai. Sus soldados recibieron también la orden de practicar con la bayoneta con miles de chinos que eran atados a árboles.[…] Los recién llegados estaban horrorizados, pero Nakamura dice lo siguiente: “Todos los reclutas novatos reaccionan igual, pero no tardarán en hacer lo mismo”. Shimada Toshio, soldado raso, cuenta cómo fue su “bautismo de sangre” tras unirse al 226º Regimiento en China. El prisionero chino había sido atado de manos y pies a dos estacas, una a cada lado. Unos cincuenta reclutas recién llegados formaron fila para practicar la bayoneta con él. “Mis sentimientos debieron paralizarse. No sentí ninguna misericordia por él. Al final, empezó a increparnos, gritando ¡Venga! ¡A qué esperáis! No atinábamos a clavarla en el lugar correcto. Por lo que exclamaba ¡Daos prisa!, dando a entender que quería morir lo antes posible”.
El dragón y el Sol naciente. Antony Beevor.
El breve esbozo del carácter de Heydrich que hace Fest –especialmente brillante en el estilo, pero poco convincente en el contenido- añadió leña al fuego del debate popular sobre la presunta doble personalidad de Heydrich. Fest reiteró los rumores sobre el pasado familiar judío de Heydrich y atribuyó sus acciones a un antisemitismo lleno de odio hacia si mismo. Como un maníaco esquizofrénico impulsado por el odio hacia si mismo, Heydrich quería demostrar su valía y se convirtió en un “hombre como un latigazo”, recorriendo el aparato de terror nazi con una “frivolidad diabólica” para logar su objetivo final de convertirse en el “sucesor de Hitler”.
ResponderEliminarLa caracterización que Fest hace de Heydrich fue puesta en entredicho por la aparición de una segunda imagen influyente de altos oficiales de las SS que puede observarse en la icónica fotografía de Adolf Eichmann dentro de una cabina de cristal en el Tribunal de Distrito de Jerusalén. El famoso relato del juicio que escribió Hannah Arendt y su aforismo acerca de la “banalidad del mal” moldearon durante las décadas siguientes la percepción que tenía el público de los hombres de las SS. Durante muchos años, el burocrático “tecnócrata de la muerte” –el culpable perversamente racional que se ocultaba detrás de un escritorio- se convirtió en la imagen dominante de los criminales nazis. Estos criminales se centraban en sus obligaciones, aceptaban las tareas administrativas que les asignaban y las llevaban a cabo “correctamente y conscientemente” sin sentirse responsables de sus consecuencias.
El asesinato en masa de los judíos no se consideraba tanto un retroceso a la barbarie como el cénit de la burocracia moderna y la tecnología deshumanizada que halló su expresión definitiva en las fábricas anónimas de asesinatos de Auschwitz. Se presentó el asesinato en masa como un proceso de desinfectación llevado a cabo por profesionales –médicos y abogados, demógrafos y agrónomos- que actuaron sobre la base de decisiones amorales, pero aparentemente racionales, derivadas de consideraciones eugenésicas y geopolíticas, así como de una planificación económica.[…]
Deschner rechazó con acierto las demonizaciones pseudopsicológicas de Wighton y Fest y, en lugar de eso, siguió la tendencia dominante en los años setenta y ochenta al describir a Hiydrich como el arquetipo de un tecnócrata de alto nivel interesado sobre todo en la eficiencia, el rendimiento y el poder total, para quien la ideología nazi era en primer lugar, y sobre todo, un vehículo para avanzar en su carrera. La ideología, sugería Deschner, era algo que alguien tan inteligente como Heydrich no podía tomarse en serio.
ResponderEliminarSi la percepción popular de Hiydrich como el despiadado “administrador de la muerte” del Tercer Reich ha permanecido inalterable durante tantos años, los principios básicos sobre los que se asienta esta imagen se han visto verdaderamente erosionados en las últimas dos décadas. En primer lugar, ahora está claro que la ideología representaba un papel motivador clave para los altos oficiales de las SS, y que cualquier intento de desecharlos como personas poco comprometidas y con alteraciones patológicas es profundamente erróneo. En todo caso, los criminales de las SS tuvieron por lo general una mayor formación que la media de sus contemporáneos alemanes y europeos occidentales. Con bastante frecuencia, eran jóvenes ambiciosos con títulos universitarios y con movilidad social procedentes de entornos familiares intactos, y en modo alguno formaban parte de una trastornada minoría de extremistas surgidos de los márgenes criminales de la sociedad. En segundo lugar, está generalmente aceptado que los procesos de decisiones que condujeron al Holocausto se desarrollaron en varias etapas de radicalización gradual. [...]
Dentro de esta compleja estructura de poder, hubo personas que contribuyeron a las políticas nazis de persecución y asesinato por un amplio abanico de razones que iban desde el compromiso ideológico y el hipernacionalismo hasta el arribismo, la avaricia, el sadismo, la debilidad o –lo que resulta más realista- una combinación de más de uno de esos elementos.
Heydrich, El verdugo de Hitler. Robert Gerwarth.
En primer lugar, ahora está claro que la ideología representaba un papel motivador clave para los altos oficiales de las SS, y que cualquier intento de desecharlos como personas poco comprometidas y con alteraciones patológicas es profundamente erróneo
ResponderEliminarDentro de esta compleja estructura de poder, hubo personas que contribuyeron a las políticas nazis de persecución y asesinato por un amplio abanico de razones que iban desde el compromiso ideológico y el hipernacionalismo hasta el arribismo, la avaricia, el sadismo, la debilidad o –lo que resulta más realista- una combinación de más de uno de esos elementos.
ResponderEliminarExacto. Variadas motivaciones. Nunca banales
Todo eso es sabido. A mi no me parece mal que ponga en circulación lo fácil, la poca sustancia que necesita, la trivialidad con que se practica (Ver banal en RAE) el mal a lo bestia en determinadas situaciones. Es para ponerse en guardia. Pienso que no se puede modificar otra cosa que esas determinadas situaciones pero las sociedades que saben lo fácil que es tendrán miedo y pondrán más cuidado.
ResponderEliminarPor cierto, Sarapo, has leído el libro o a ti lo que no te hace ninguna gracia es la elección de la palabra banal.
Que conste que mi asesinan de las 23:12 es por tu asesino de las 22:56.
MA, que decepción; con lo bien que escribe y se explica usando el copia y pega. ¡Éntrale a pecho descubierto, hombre!
Cat, creo que MA se lo está pensando... no lo tiene claro...jajajjaja
EliminarCat, el libro no me gusta. Y desde luego, no me gusta la elección de la palabra BANALIDAD. Pero sobre todo no me gusta que se den por ciertas teorías que no se sostienen sobre pruebas. A tenor de lo que cuesta Lanzmann, con pruebas, Arendt se equivocó y mucho en el retrato de Eichmann.
ResponderEliminar¿Tanto se me nota? Cierto, no lo tengo claro. En primer lugar no he leído a Arendt. Segundo, al igual que le pasa a Sarapo tampoco me gusta la elección del adjetivo (trivial, común, insustancial). En tercer lugar me parece obvio y certero lo que dicen Ártabro y Cat. Y por último, puedo aceptar que los asesinatos por motivaciones de ideología, religión, no son banales, ¿pero hay algo más trivial y común que el arribismo, la avaricia o la debilidad?
ResponderEliminarNo todos los que leen a Arendt entienden lo mismo. Como ejemplo aquí tenemos a Sarapo y Terreiro. Si la escritora defiende lo siguiente, yo estoy de acuerdo con ella. Por ello es más preciso que nunca ir a la fuente y leer a Hannah Arendt, porque ella puso de manifiesto que el mal puede ser obra de la gente común, de aquellas personas que renuncian a pensar para abandonarse a la corriente de su tiempo. Y eso es válido también para los tiempos que vivimos.
[Y saludos para la lectora que no participa]
En esto Belén Esteban les lleva mucha ventaja.
ResponderEliminarPor cierto Cat, pásese por ultimes vesprades. Creo que el protagonista de mi último post fue o debió ser compañero suyo en la facultad de medicina.
BT
Arendt?
ResponderEliminarNo me viene nada...
Ch
Lo de Belén Esteban lo iba a decir yo pero corteme.
ResponderEliminarYo lo leí hace tiempo, por eso a lo mejor tengo tantas dudas. Quizás banalidad no es una buena palabra para mi tampoco.
ResponderEliminarDe todas las maneras, por si no me han comprendido, a mí lo que me atormenta es la siguiente pregunta. ¿qué hubiese hecho yo en esas circunstancias? Sería un colaborador, o uno de la inmensa mayoría que miró para otro lado. Eso es lo que el libro de Arendt puso en juego en mi caso.
Terreiro
Mi ideal sería un sin camisa ni bandera. Un Grossman conmovido por los sufrimientos de la población civil. “Tanto si van camino de alguna parte, como si están quietos, de pie delante de sus cercados, se ponen a llorar en cuanto empiezan a hablar, y uno siente también un deseo involuntario de echarse a llorar. ¡Cuánto dolor!” Pero Grossman era un hombre extraordinario, yo soy un hombre desecho, como cita BT en Últimes.
Eliminar¿Cómo puedo haber olvidado los sacos a cuadros con la palabra pan?
Pasé BT. Leche, que tío mas tonto. Mira que volver currado al bar.
ResponderEliminarTierralibertad...
ResponderEliminarY eso??? Qué pasó?
ResponderEliminarPues que no se puede entrar, algo habrá tocado usted.
ResponderEliminarEstamos en obras, Foca. En breve, solución.
ResponderEliminarLa mejor oferta, buen película, muy buena...
ResponderEliminarPero con mucho artificio, a mitad sospechaba ...
ResponderEliminarEso sí, el viejo lo borda.
La lubina al champán se ha quedado huérfana.
ResponderEliminarLa mejor oferta es peli para adolescentes. Por favor Sarapo, que usted ye un hombre hecho (y extraordinario)
ResponderEliminarBT
La mejor oferta es una película poco considerada con el espectador. O sea, para todos menos para adolescentes. Geniales diálogos de Rush con una pared.
ResponderEliminarSe ve al minuto uno la trampa, por favor....
ResponderEliminarBT
Y del quirós. Yo siempre fui más del bacalao y el irlandés.
ResponderEliminarTornatore haciendo buen cine. Pero si eso es un oxímoron.
ResponderEliminarTerreiro
Rosalía Mera parecía de verdad. Hemos pasado tantas veces delante de lo que fue la primera Zara, y siempre acordándonos de ellos, del antes y del ahora, que me da cierta pena.
ResponderEliminarYa. Bueno. La distancia sentimental. Lean hoy a XM Pereiro. Es lo más sensato y equilibrado.
ResponderEliminarSin leer a Pereiro, que me la sopla: Rosalía Mera no sólo parecía de verdad, lo era.
ResponderEliminarEcceperdomo ‘O Xurxo'
ResponderEliminarLos millonarios son millonarios. A mí me dan pena los pobres.
ResponderEliminarP.