POR UNA SANIDAD MENTAL EFECTIVA (hoy en La Nueva España)

 POR  UNA SANIDAD MENTAL EFECTIVA

 

 

Hace varios meses que los sintagmas “Salud y Mental” forman parte cotidiana de la agenda mediática estimulada por comentarios del ámbito político. Los políticos tieneuna función legislativa y ejecutiva pero protagonizar el debate social supone restar competencias al ciudadano que deben ser los que decidan el modelo de sociedad que estimen oportuno. La ética de la ciudadanía debe ser, básicamente, una ética de la responsabilidad. Traducido al bable, que la sociedad necesita individuos que actúen sin necesidad de que nadie les recuerde que es lo que está bien y lo que está mal. Ese sujeto debe llegar a la adultez con una bolsa de valores arraigados y aprendidos durante su educación en escuelasinstitutos y facultades. Pero hay otra escuela de valores, la familia, que debe reforzar en sinergia con los profesores, valores como espíritu de sacrificio, tolerancia, capacidad de frustrarse, firmeza, capacidad de convivir con incertidumbres y sobre todo, pensar en las necesidades del otro. Desde el nacimiento a la adultez hay un crecimiento físico, bien conocido, hay un desarrollo cognitivo, bien descrito por Piaget. Pero hay también un desarrollo moral, descrito por Lawrence Kohlberg que afirma que la maduración moral termina entre los 15-18 años. Y que a partir de ahí, el resto de la vida, solo maduran y poco los valores adquiridos.

La importancia de la educación y la familia se antoja clave para la protección de la infancia, la adolescencia y el ciudadano adulto si queremos una democracia con individuos autónomos y no dependientes. Porque solo desde la autonomía del sujeto se accede a la libertad. Y viceversa.

Bueno, pues este edificio lleva décadas cuestionado. Al siglo XXI llegó una sociedad occidental opulenta y con un desarrollo insospechado en avances tecnológicos, pero con numerosos flancos de mejora que la globalización hizo patentes. El tránsito de una sociedad occidental donde los valores religiosos eran estructurales y rectores, a los valores de un humanismo laico, inherente a todo estado democrático, ha sido fallido. 

El resultado es el que vemos. Las crisis relacionales son muy frecuentes en la familia, en la vida social o en el trabajo. Las tan citadas crisis de identidad de los adolescentes no reflejan otra cosa que crisis de valores, o sea, ausencia de entrenamiento en toma de decisiones cuando hay en juego valores contrapuestos, generalmente, los que cuestionan la hipertrofia del Yo adolescente.

Y sobre este humus se han instalado esos depredadores llamados “redes sociales” que han corroído el tejido social. Como en las grandes mentiras, siempre hay algo de realidad. Hay redes sociales que, bien usadas, pueden ser beneficiosas. Pero einmaduro cerebro infantil y adolescente brilla por su capacidad de control y de modulación. Ahí deben intervenir la escuela y la familia. Francia, que es una moral en si misma, ya prohíbe el acceso a los liceos de alumnos con smartphones. 

Hace muchos años que Freud dijo que la cultura era un malestar. El refranero español lo tradujo como “se sufre pero se aprende”. 

Y es que o asumimos esto y enfrentamos estas distorsiones reforzando a padres y educadores desde ámbitos como la desaparecida asignatura de Ética para la ciudadanía o habremos perdido el presente y el futuro.

Por supuesto que los Servicios de Sanidad Mental (hallazgo de Covadonga Jiménez, gracias) deben ser reforzados, por no decir, duplicados. Pero para priorizar la atención a los enfermos graves y más discapacitados. No creo que ahondar en el actual totalitarismo psicologizante con asomos de ingeniería social vaya a resolver demasiado. Es hora de plantar cara a esa unión tan desafortunada que se produjo entre la declaración de salud de la OMS, como “perfecto equilibrio entre el bienestar físico y mental” y esa psicología que se autodenominó “positiva” tan falta de sustento científico.

De esta fornicación salen catapultadas muchas industrias informáticas y biomédicas que pugnan por servir al atónito ciudadano ese “perfecto estado de salud . Fármacos, cirugías, maquinaria y ahora, inteligencias artificiales ofertan una vida sin problemas. Y se acaban confundiendo intervenciones sanitarias que responden a la necesidad con otras que solo responden al deseo.

En resumen, con el escaso caudal de conocimiento científico que manejamos no es buena idea dar la batuta en esta orquesta a los profesionales del gremio “psi”Cualquier mejora en la sanidad mental de la población pasa por introducir cambios en la educación y en las familias.  La salud de una población depende un buen sistema sanitario, por supuesto. Pero sobre todo, de que esa sociedad esté formada por ciudadanos autónomos, en cuanto responsables y prudentes.

Decía Viktor Frankl, superviviente de Auschwitz y prestigioso psiquiatra: que el prerrequisito para la salud de las personas no es la salud del entorno, pues aún en el entorno más degradante un ser humano puede conservar su salud, no gracias a una adaptación somática o psicológica, sino gracias a la integridad de su dimensión noética, de su «libertad interior». O sea, de sus valores.

















This entry was posted on domingo, 21 de mayo de 2023. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

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