"Ignacio Aldecoa está lamentablemente olvidado, se le conoce por las adaptaciones que hicieron al cine Carlos Saura y Mario Camus"
Salinas, Saúl Fernández 29.10.2018 | 03:31
Al fin apareció el bolígrafo que me faltaba. Estaba donde más o menos sospechaba. Caído entre los dos asientos del coche, en esa rendija de tan difícil acceso donde recala casi todo lo que se pierde en el día a día. El bolígrafo se me debió caer del pantalón o del bolsillo de alguna chaqueta y fue a parar allí, donde se cruzan los caminos.... ¡Y porque no quise seguir mirando.... ! Había que hacer algo con esto de las rendijas que quedan entre los asientos de los coches.... ¡Qué tortura es rescatar lo que allí se cae! El navegador debería incorporar esta función. Cada vez que algo cae al suelo del coche, un aviso en la pantalla. Yo sería feliz. Lo que no sé es si podría conducir tranquilo. Lo que hay en bajo los asientos de mi coche es un asunto para Grissom y sus CSI.
Como sigo sin encontrar mi bolígrafo me paso el rato revolviendo toda la casa. Hay que ver lo que va acumulando uno cuando los días pasan más rápidos que de costumbre y no te queda tiempo para administrar la gran cantidad de papelería que me llega y que abarrota el despacho. Esto ya va camino de un Diógenes larvado. Pero ¿qué pasará? La playa tiene la respuesta.
Hoy he pasado una tarde rara. Con los años uno se va volviendo maniático y tiquismiquis con las personas y las cosas. Parece que tener cerca de nosotros ciertos objetos nos da una seguridad que se tambalea cuando nos faltan esta suerte de amuletos. Esta tarde me había puesto a escribir a mano y de repente eché en falta los dos bolígrafos que más suelo usar. Lo cierto es que, aparte de objetos apreciados, son dos buenos bolígrafos. Al poco, apareció uno de ellos y eso me tranquilizó porque es el que lleva conmigo más tiempo. Pero el otro aún no. Y es la flor de mi secreto, que diría Almodóvar, porque me lo envió hace casi tres años Rafa Lahuerta desde su hermosa papelería valenciana. Una serie de una marca suiza que ya dejó de fabricar ese modelo. He pasado la tarde revuelto. He buscado, rebuscado, pensado y repensado. Y no aparece. Probablemente no hubiese usado hoy ese bolígrafo. Probablemente no lo fuese a usar en días. Pero esta tarde me he sentido como si me hubiesen amputado algún miembro fantasma. Porque a saber quién encontrará esa hermosura diseñada para escribir solo cosas bonitas y que hará con ella. Y a saber a quién le va a contar mi querido, mon semblable, mon frère Caran d´Ache todo lo que hemos vivido y escrito juntos.
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En el suplemento de El Mundo hay una reseña muy elogiosa sobre "¿Quién te cantará?", la última película de Carlos Vermut, autor de la maravillosa "Magical Girl". "¿Quién te cantará?" es muy floja. Un pastiche de imágenes que recuerdan al David Hamilton de nuestros primeros pornos, por decir algo."Tiernas primas" (1980), por ejemplo. Me llama mucho la atención que la banda sonora de la película se sostiene sobre una canción de Mocedades, que da título al filme, y la espectacular "Procuro olvidarte", que popularizó Bambino en España y en Italia devoró Ornella Vanoni. Para Luis Martínez, crítico de cine de EM de La Méndez, la película oscila entre el hiperrealismo y una pesadilla. Sobre todo, esto último.
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