LAS YEMAS DE LOS DEDOS DE LA MANO

En El Cultural de EM de unas fechas atrás, Fernando Aramburu, autor de "Patria", dialoga con Fernando Savater. Savater cuenta su iniciación a la escritura. En eso coincide con Aramburu, con Neruda y con otros que supieron un día de su niñez que no podrían ser otra cosa que escritores. Pero Savater añade una descripción de ese tránsito que yo desconocía: "El gran salto de mi vida profesional fue la Remington que me regalaron mis padres. La acariciaba con dedos cautelosos y excitados, como después repasé con lúbrica veneración el sexo de las mujeres".  Mi perplejidad es oceánica ante dicho ejemplo. ¿Tendrá razón Woody Allen en que la más potente expresión del placer sexual arranca no desde la punta del glande, como cree la gleba, sino de las yemas de los dedos de las manos? Claro que Allen es un judío y se supone que circuncidado...





Esa lúbrica tea con la que Savater ha iluminado tantas páginas y tantas mentalidades no le ha servido para ser igual de brillante a la hora de dar cuenta del  dolor que siente tras la muerte de su Sara. Su duelo refractario a cualquier consuelo es de las etapas de su vida que peor relata. Lo siento. No consigo entenderle cuando habla de sus horas sin consuelo. Y es una pena.









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Antonio Orejudo habla en Radio Nacional de su última novela: "Los cinco y yo". Orejudo me parece un conversador loable. Parece que lleva toda la vida haciéndolo y que lo hace casi mejor que nadie. Pero en la larga entrevista deja caer algunas migajas que me arrollan a su paso y que merecen un detallado tallaje:  "La verdad del novelista es la verosimilitud", o "Hemos sido injustos con personalidades tan brillantes y rupturistas como Leopoldo María Panero", para acabar entregando al "espíritu del 15M" la solución de la crisis española. Orejudo reconoce que él y muchos profesores de Humanidades, en muchas universidades y en muchas facultades, pasaron demasiado discutiendo lo obvio durante muchos trienios. Y hemos acabado por pensar de ellos lo que de la política, que la actividad es muy necesaria pero los políticos, no tanto.




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"La mujer de la pulga" es un cuadro de Georges de Latour que me gusta un rato. Yo creo que no nos hemos fijado demasiado en él. Vamos tan deprisa por la vida... José Jiménez Lozano lo usó como portada de uno de sus diarios más personales. Por volver sobre los dedos de las manos....






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Decíamos ayer...


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2 Responses to “LAS YEMAS DE LOS DEDOS DE LA MANO”

  1. Era aquí que leí sobre Antonio Orejudo, el 15 de mayo, cuando compré el libro en el quiosco de la plaza de San José pensé que había leído algo sobre él o escrito por él, pero no recordaba. Y era en esta entrada. Un beso.

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